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El Mensajero es el Mensaje

El otro día me encontraba platicando con una persona sobre un problema - muy tonto, a decir verdad. Lo que sí, es que esta persona hizo por ahí una analogía que me sirvió mucho para ver en perspectiva, justamente lo tonto del problema. Pero más allá del mensaje que ella me transmitió, me di cuenta que fue más bien su actitud la que me hizo ver el mensaje con más validez y fuerza. En este caso, ella mostró calidez, comprendió mi preocupación y empatizó con mi sentir, lo que creo fue determinante para que el mensaje realmente llegara a mi y me hiciera ver las cosas como son.

Esto me recordó al libro, que se estrenó hacia finales del año pasado, llamado “Messengers”. Los autores, Stephen Martin y Joseph Marks, sostienen que el mensajero es parte fundamental de la buena transmisión de un mensaje. Actualmente, que los datos y la información están tan accesibles para todos, se vuelven aún más relevantes los mensajeros que son quienes llevan la información a las personas.

Es obvio que los mensajes que se transmiten deben de ser coherentes y válidos, pero la realidad es que juzgamos igual o más a la persona que envía estos mensajes que al mensaje en si mismo, generando así un efecto en los receptores que no siempre es consciente y a veces hasta se convierte en el efecto no deseado. No olvidemos que las personas somos muy propensas a generar impresiones solamente con una breve observación de algo o alguien, y esta impresión define nuestra percepción del mensajero y su mensaje.

Juzgamos igual o más a la persona que envía estos mensajes que al mensaje en si mismo

Los autores dividen a los mensajeros en dos grupos. Los primeros son los mensajeros “duros”, que son aquellos que son percibidos con un mayor nivel de estatus; se cree que tienen cierto nivel de poder y cualidades valoradas por quienes los rodean. El otro grupo es el de los mensajeros “blandos”, aquellos que no necesariamente se distinguen por su poder o estatus, sino por su capacidad para conectar con la audiencia que se da por la empatía, su calidez, la confianza que generan, entre otras características. 

Conocer qué tipo de mensajero somos nos puede permitir comprender mejor nuestras debilidades y fortalezas, y también saber en qué debemos trabajar para que los mensajes que queramos enviar tengan más sustento e impacto. Por su parte, cuando comprendemos qué tipo de mensajeros son las personas que nos rodean, podemos entender mejor sus mensajes y, en algunos casos, elegir a los mejores mensajeros para que comuniquen lo que queremos.

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