Los fracasos son parte de la vida.

Quizás está de más decir que los fracasos son parte de la vida. Como personas tenemos fracasos, pero como organizaciones también. La diferencia radica en lo que se hace con ese fracaso, o como dicen también, en "fracasar bien".

Me gustó mucho el libro de Sheryl Sandberg y Adam Grant titulado "Option B". En resumidas cuentas se trata de la adversidad, construir la resiliencia y encontrar la alegría. Después de que Sandberg, directora de operaciones de Facebook, sufre la repentina pérdida de su esposo, se enfrenta con un nuevo reto para ser feliz a pesar de la adversidad. Adam Grant, psicólogo y profesor de la escuela de negocios de Wharton, acompaña a Sandberg en este proceso de duelo y aporta sus conocimientos para explicar mejor toda esta interrelación.

Si no enfrentamos nuestras dificultades, no podemos afrontar los retos que traiga la vida.

Muy atinadamente la revista Harvard Business Review hizo una entrevista a los autores sobre su libro, y da un enfoque hacia la construcción de la resiliencia en las organizaciones. Las organizaciones deben ser resilientes y, de acuerdo a Grant, esta resiliencia se construye aprendiendo solamente del fracaso: si no enfrentamos nuestras dificultades, no podemos afrontar los retos que traiga la vida. Humanamente, nuestro ego (individual y/u organizacional) limita nuestra capacidad de decir "fracasé", pues nadie queremos presentarnos así ante los demás. 

¿Cómo diseñar una organización que fracase bien?

Entre muchas preguntas con sus interesantes respuestas, me gustó particularmente esta: ¿Cómo diseñar una organización que fracase bien? Queda claro que todas las organizaciones fracasarán o han fracasado en algo (pequeño o grande, pero así es). Pues, según Grant, lo primero es crear una cultura donde las personas puedan hablar abiertamente sobre sus fracasos y sus errores. Esto debería estar presente siempre, pero la realidad es que no lo está. Las tareas diarias nos llenan la agenda y limitan el tiempo que podemos dedicar al otro a sentirse escuchado y comprendido con sus fallas. A veces también los líderes de las organizaciones no tienen la capacidad para escuchar a su equipo en este sentido.

En conclusión.

Si las organizaciones creáramos espacios adecuados para que las personas puedan expresarse sobre sus fracasos o errores y esto se hiciera parte de los principios y la cultura de las organizaciones, nuestra capacidad de enfrentar los problemas y la resiliencia ante estos nos haría más grandes: alcanzaríamos el éxito (en el amplio sentido de la palabra).